En primer lugar Marie-Louise von Franz hizo referencia a este
sueño en el ensayo: Aspectos relevantes de la dimensión histórica del
análisis (1977), que fue publicado posteriormente en Dimensiones
Arquetípicas del Alma[1].
“...El individuo
como podemos descubrir al echar un vistazo a sus profundidades, lleva dentro
suyo, depositado en su inconsciente, todo el pasado histórico de su pueblo,
incluso de la humanidad como un todo. Por ejemplo, hasta hoy, nunca he
analizado a un italiano, sea hombre o mujer, en cuyos sueños no aparecieran
motivos de la antigüedad clásica, aún vivientes....
Un caso que me dejó una impresión
particularmente fuerte, fue el caso
peculiar e impresionante de un mexicano, católico y culto. Aunque desde un
principio me resultó simpático, me sentía incómoda con respecto a él, porque no
conseguía entenderle y sospechaba, al mismo tiempo, que tampoco él sabía qué
hacer con lo que yo le decía. Luego, de repente y sin ningún nexo aparente con
su vida exterior, tuvo este sueño:
“...En la oquedad de un árbol había una piedra de obsidiana muy
grande. De repente ésta cobró vida, saltó del árbol y comenzó a rodar por el
suelo de manera amenazadora hacia el soñador. Él se asustó mucho y presa de
pánico, huye corriendo para salvar su vida, con la piedra pisándole los
talones. Entonces el soñador encontró a un par de trabajadores que habían
cavado un hoyo cuadrado en el terreno. Éstos le gritaron que se metiera dentro
y se quedara quieto. El soñador lo hizo y entonces la obsidiana comenzó a
encogerse cada vez más hasta tal punto que se redujo al tamaño de un puño,
poniéndose dócilmente a los pies del soñante...”
Cuando escuché este sueño,
involuntariamente exclamé: “ Pero, Dios mío, ¿qué tiene que ver usted con
Tezcatlipoca ?”. Por casualidad yo sabía que la obsidiana era el principal
símbolo de esta antigua divinidad azteca. Así descubrí que el soñador era por
tres cuartas partes azteca, lo que hasta el momento nunca había mencionado,
puesto que en México aún existen prejuicios raciales. Entonces se me hizo claro
por qué habíamos tenido tanta dificultad en comprendernos: los Amerindios
piensan de manera mitológico-metafórica y por tanto con el corazón, y nuestro
pensamiento racional y abstracto les resulta completamente extraño. Entonces me
adapté y comenzamos así a entendernos. Este sueño abrió una profunda herida en
el soñante y afloró a la superficie no sólo un profundo dolor y resentimiento
por las atrocidades llevadas a cabo por el pseudo “cristiano” Cortés y su banda
de aventureros codiciosos de oro, sino también un ardiente interés por las
antiguas divinidades aztecas. Así este hombre reencontró sus raíces
espirituales nuevamente y comenzó en modo creativo a trabajar con antiguos
textos aztecas. Su neurosis quedó curada y él fue transformándose cada vez más
en si mismo. Ahora podía comprender mucho mejor también las verdades
cristianas, o sea verlas en su paralelismo arquetípico con los mitos religiosos
aztecas. Aunque los delitos de Cortes se remontan a más de 400 años, este hecho
histórico se escondía en modo directo detrás de aquella desorientación del alma
que vivía el soñador y por la cual él se había sometido a análisis. La imagen
divina arquetípica todavía viva, el Dios Tezcatlipoca, estaba verdaderamente, y
no de forma simbólica, persiguiéndolo y ahora que le hacía frente y se
relacionaba con él, era capaz de encontrar el punto de conexión con las almas
de sus antepasados y con sus raíces culturales y religiosas.
Aquí encontramos en un nivel
concreto uno de los descubrimientos más significativos de C.G.Jung, su concepto
de inconsciente colectivo y sus arquetipos. Para Jung, los arquetipos son
disposiciones estructurales heredadas, innatas respecto a los modos de
comportamiento específicos de la especie humana. Un aspecto de estos modos es
el de la acción: ellos se expresan en acciones típicas, similares en todos los
seres humanos, y por lo tanto son instintivos (como Eibl-Eibesfield entre
otros, ha demostrado que todos los pueblos de la tierra se expresan mediante
gestos similares de saludos, crianza de los niños, noviazgo, etc.) Pero más
allá de este nivel de acción, estos “instintos” también tienen una forma de
expresión que sólo puede ser percibida internamente dentro de la psique, esto
es, en sentimientos, emociones, imágenes fantásticas míticas, e ideas
primigenias “míticas”, que asumen una forma similar en todos los seres humanos.
Este último aspecto es el que Jung designa como “arquetípico”. Los arquetipos
son los elementos primigenios de la mente y de las distintas culturas. Toda vez
que es activado este profundo estrato en un individuo, se puede convertir, o
bien en una fuente de estructura creativa y nuevas realizaciones espirituales,
o si algo va mal, en una fuente de estados y acciones patológicos. Todo aquello
que se encuentra todavía intacto en las grandes religiones del mundo, contiene
y despliega en su caudal de imágenes los grandes arquetipos del inconsciente
colectivo – las imágenes primordiales del Héroe-Salvador, de la Gran Madre, del
Padre Celestial del Espíritu, el animal servicial. El creador del mal, el árbol
del mundo, el centro del mundo, el más allá y el reino de los muertos, etc. A
menudo tales nociones primordiales son tan similares en diferentes culturas que
los investigadores culturales inventan absurdas teorías de migración a fin de
explicar la similitud. Aunque por supuesto ha habido realmente migraciones e
intercambios de motivos religiosos, nosotros los psicólogos somos escépticos
acerca de especulaciones demasiado extravagantes en esta área, porque en
nuestro trabajo tenemos experiencia
cotidiana de que tales imágenes primordiales pueden ser espontáneamente
activadas y manifestarse en el inconsciente de una persona, incluso en el
inconsciente de un individuo cuya conciencia está a una distancia remota de
tales imágenes: por ejemplo, aunque como mexicano el soñante mencionado
anteriormente tenía un conocimiento muy vago de la existencia de un antiguo
dios llamado Tezcatlipoca, él nunca se había puesto a pensar ni remotamente en
ese dios, y después del sueño, primero tuvo que leer extensamente acerca de él
en los libros, antes de que la imagen del dios se volviera más comprensible
para él.
En este punto uno bien podría
preguntarse por qué debería ser necesario que una persona esté en contacto con
sus raíces espirituales históricas.... es indiscutible que el país y el pueblo
al que uno pertenece y su desarrollo histórico, son un factor prominente en la
psique de los individuos; estamos hundidos hasta las orejas no solo en nuestro
pasado biográfico, sino también en nuestro pasado histórico colectivo nos guste
o no, o ni siquiera estemos enterados de ello....
En los individuos tanto como en
las culturas, la conciencia y el inconsciente pueden caer en oposición. Cuando
esto sucede, hablamos de neurosis en individuos y en culturas hablamos de una
crisis espiritual. (¡obviamente, hoy nos encontramos una vez más en el medio de
ese tipo de situaciones!). Esto
significa, como Jung señaló, que hoy muchos individuos tienen neurosis
puramente eventuales. Si hubieran vivido en otros tiempos, serían normales, y
no perturbados psíquicamente; pero están profundamente sacudidos por la
prevaleciente crisis histórica de nuestra época, y se han vuelto problemáticos
por ella. Por lo tanto no podemos hallar las causas de esta enfermedad en la
historia personal de tal persona; más bien debemos encontrar una solución junto
con ella – y lo hacemos con la ayuda de sus sueños – para el problema de la
época. De todos modos, como dijimos ya, estas crisis colectivas garantizan la
necesidad de un mayor desarrollo de la conciencia humana – tanto en el nivel
individual como en el colectivo. Ellas son causas motivadoras, renovaciones
espirituales creativas subyacentes.
...en la visión de Jung, existe
hoy en el inconsciente colectivo una clara tendencia a comprender los polos de
bien y mal, que se han escindido demasiado, en su relatividad psicológica
humana, y a reconciliarlos nuevamente dentro de una imagen integra de Dios.
Esta reconciliación, sin embargo, obviamente puede llevarse a cabo sólo
mediante un intermediario, y esto es de acuerdo a Jung, el hasta aquí
descuidado principio femenino.
...El inconsciente colectivo se
manifiesta en una dimensión histórica que abarca el lapso de siglos, como
vimos, por ejemplo, en el caso del sueño de Tezcatlipoca de nuestro amigo
mexicano. Si cada vez más gente llegara a conocer el inconsciente colectivo
desde su propia experiencia, creo que la historia – en primer término nuestra
historia espiritual e intelectual – podría ser considerada en términos de
dimensiones totalmente diferentes de las actuales. Pero estamos aún lejos de
eso.
La dificultad reside en el hecho de que los procesos
básicos tienen lugar en lo inconsciente, y lo inconsciente realmente es, como
su nombre lo dice, no consciente.... Es por eso de suma importancia que nos
preocupemos por adquirir más cultura histórica, y eso no sería meramente una
cuestión de aprender quién conquisto a quién y qué países cambiaron de dueño –
eso no es más que una continuación del modelo histórico-natural de comer y ser
comido. Tal educación en cambio debería implicar un conocimiento vivo de
nuestra historia religiosa, de la mitología cristiana tal como Jung la formuló.
Nuestro mexicano no soñó con Cortés, no con la persecución racial de los
indígenas, sino con Tezcatlipoca, la imagen arquetípica aún viva del dios
primordial de este pueblo.
.... En la visión del mundo de
Carl Gustav Jung, aquello que es eternamente el mismo, lo viejo transmitido por
la tradición y lo creativamente nuevo no constituyen ninguna especie de
antitesis absoluta. En realidad el mundo de los arquetipos presenta estructuras
psíquicas básicas que al mismo tiempo son un elemento dinámico impulsor detrás
de toda nueva creación, porque están en movimiento y vuelven a constelizarse de
nuevo en procesos de transformación que se extienden durante siglos.”
*****
En segundo
lugar este mismo sueño, fue nuevamente citado en su ensayo, Profesión y
Vocación (1978), publicado
posteriormente en Psicoterapia.[2]
“...Toda la verdad psicológica puede ser, y hasta
debe ser, revertida: todo analista debería tener un sólido fondo de
conocimiento, lo más amplio posible. Frecuentemente, ha sido destacado que los
psicólogos que no poseen entrenamiento médico fácilmente dejan de darse cuenta
de los estados psicosomáticos. Es de indudable importancia que el analista que
no es médico aprenda in
totum la sintomatología de las enfermedades psicosomáticas, para poder
remitir al médico los pacientes que necesitan tratamiento clínico. Pero también
existen otras áreas sobre las cuales un conocimiento completo me parece
indispensable. Me acuerdo aquí de un estudiante mexicano que estaba en su
análisis de entrenamiento. Yo tenía la sensación de que en verdad no lo
comprendía, y él también parecía incapaz de entender lo que yo tenía que decir.
La causa de todo eso era completamente misteriosa para mí, pues yo lo quería
mucho. Entonces él me trajo el siguiente sueño:
“... vio en la bifurcación de las ramas de un árbol una gran piedra de
obsidiana. Cuando avanzó en dirección a ella, la piedra saltó del árbol y
comenzó a seguirlo. Él sintió que era muy peligrosa. Cuando huía, se encontró
con algunos trabajadores que habían cavado en el suelo un agujero cuadrado.
Ellos le indicaron, por medio de señas, que debía entrar en el agujero y
quedarse inmóvil en medio de él. Cuando hizo eso, la piedra obsidiana que lo
seguía fue volviéndose cada vez más pequeña y finalmente, quedó a sus pies como
una pequeña piedra domesticada...”.
Cuando oí ese sueño, exclamé: “¿Cuál es su relación con
el dios Tetzcatlipoca?”. Entonces me lo contó todo; me dijo que era
tres-cuartos azteca, pero no había mencionado el hecho en su anamnesis, porque
en México, al parecer, el prejuicio racial aún predomina. De repente, yo lo
comprendí. Interiormente, sin tener conciencia de eso, él vivía en la tradición
espiritual de los aztecas, pero lo había negado dentro de sí mismo. Con ese
sueño, su individuación tuvo inicio así como su creatividad intelectual.
Tetzcatlipoca, la suprema divinidad azteca, se volvió su gurú interior en la
imaginación activa.
Pero, qué habría ocurrido con ese análisis, si yo no
hubiera sabido que la obsidiana era un símbolo del dios Tetzcatlipoca ?. Es
claro que un analista experto no puede conocer todos los temas mitológicos
existentes, que se elevan a centenares de miles. Así pues, es importante educar
al analista en perspectiva para que no interprete los sueños de manera
precipitada y, sí, que continuamente se dé al trabajo de buscar informaciones
en la literatura especializada de los símbolos y, además de eso, necesita ser
entrenado para saber dónde buscar. A fin de cuentas, el médico también tiene
manuales que puede consultar para obtener pormenores sobre medicamentos y
síntomas. En el análisis junguiano, el conocimiento de la mitología es
significativamente más importante que en el análisis en otras escuelas. Estas,
generalmente fundamentan su abordaje en una teoría de sueños existente, que
desde el inicio sugiere ciertas interpretaciones. En el abordaje junguiano
existe el principio de que todo sueño expresa algo aún desconocido, algo nuevo
para el paciente. Mientras el analista está lidiando con las imágenes oníricas
del inconsciente personal, un cuidadoso registro de las asociaciones del
paciente frecuentemente son suficientes. Pero en el caso de imágenes
arquetípicas, las personas a menudo tienen muy poco que decir sobre la forma de
una asociación. En este caso, es necesario buscar un material mitológico objetivamente
comparable.
Aunque ese problema se refiere principalmente al
entrena- miento intelectual y al
conocimiento del futuro analista, no debemos olvidarnos del sentimiento, o sea,
del corazón. Por muy inteligente que sea un analista insensible, ¡nunca vi a
una persona de ese tipo curar a alguien!. Y el “corazón” no puede ser infiltrado.
La persona que no lo posee, en mi opinión, es la menos adecuada para la
profesión. No obstante, existen quienes realmente tienen sentimiento y
capacidad de sentir compasión, pero no osan expresarlo. Esos individuos pueden
ser ayudados, a través del entrenamiento, a que se vuelvan buenos analistas.”
*****
En tercer lugar, haría referencia también a este mismo sueño, en su
ensayo, La experiencia
psicológica del tiempo (1978).
Publicado en Psique y Materia[3]
“Jung
descubrió pronto, que el tiempo en el inconsciente, se vuelve siempre más
relativo cuanto más penetramos en la profundidad, y que en determinado ámbito
del inconsciente parece no existir tiempo.....
Una prueba de la relatividad del
tiempo en los estratos profundos del inconsciente son las singulares
irrupciones en el pasado referidas a la parapsicología.... J.W. Dunne autor del
notable trabajo Experimento con el
tiempo, comenta ciertos relatos que se adaptan a su teoría de la
multidimensionalidad del tiempo. La experiencia ocurrida a Jung en Ravena,
donde observó con una amiga unos mosaicos desaparecidos, es un ejemplo afín.
Esto muestra que el pasado puede estar todavía plenamente presente en la
profundidad del inconsciente.
De hecho no es posible analizar a
un ser humano a fondo, sin sumergirse en motivos oníricos provenientes del
pasado remoto de su anterior estrato cultural. Por ejemplo un paciente
mexicano, de religión católica, no me habló nunca de su origen azteca, y a
pesar de la simpatía y el esfuerzo de ambos, el análisis permanecía bloqueado.
Posteriormente él tuvo este sueño: ... veía una obsidiana (piedra
semipreciosa) saltar desde un árbol persiguiéndolo. Rodando llegó hasta el
centro de un foso cuadrado, donde se volvió gradualmente más pequeña y donde
ella finalmente se ponía lentamente ante sus
pies... Grité: “¿Qué tiene que ver usted, con Tezcatlipoca?”.
¡Entonces finalmente me contó que era por tres cuartos azteca! Adapté mi
lenguaje a esta circunstancia, y el análisis pudo a partir de entonces
continuar bien.
No sólo el pasado, sino también
el futuro se muestra bien vivo en el inconsciente. El plurisecular interés de
la humanidad y de todas las culturas por el estudio de los sueños ha
desarrollado casi exclusivamente en torno al aspecto “pronóstico” del sueño.
Antiguos libros orientales y medio-orientales
sobre los sueños lo confirman. Entre los sueños que atañen al futuro
podemos distinguir dos formas: los sueños telepáticos, que reproducen
directamente un evento futuro, y aquellos sueños que anticipan desarrollos
futuros en forma simbólica”.
[1] Archetypische Dimensionen der Seele. Daimon. Einsiedeln, 1994, p.15, y en Archetypal Dimensions of the Psyche. Shambala, 1997. Boston, pag 5.
[3] Psyche und Materie, Marie-louise von Franz. Daimon Verlag. 1988, Einsiedeln, Schwyz. Psyche and Matter. Boston: Shambala, 1992, y en Psiche e Materia. Bollati Boringhieri, 1992. Torino, p. 90
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